04:06 h. sábado, 27 de abril de 2024

La tierra es sagrada

Mercedes Sosa / Periodista en Latinoamérica de El Revolucionario Digital  |  14 de agosto de 2014 (18:25 h.)
la tierra es sangrada

“La tierra es sagrada; pertenece a los innumerables muertos, a los pocos que viven y a  las multitudes que están por nacer”. Penan Sarawak, Malasia.

GRAIN es una pequeña organización internacional que trabaja apoyando a campesinos y a movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente. Acaba de publicar su investigación: Hambrientos de tierra -  Los pueblos indígenas y campesinos alimentan al mundo con menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial.

Las conclusiones de una profunda investigación basada en fuentes inobjetables, brindan un panorama actual sobre la tierra y su propiedad, que sorprende y preocupa: “…más del 90% de las y los agricultores del mundo son campesinos e indígenas, pero controlan menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial. Y con esa poca tierra, la información disponible muestra que producen la mayor parte de la alimentación de la humanidad. Si campesinado y pueblos indígenas siguen perdiendo su tierra, estaremos frente a procesos de exterminio de pueblos y culturas, y el mundo perderá su capacidad de alimentarse. Necesitamos urgentemente devolver la tierra a manos de los pueblos del campo, y luchar por procesos de reforma agraria y restitución territorial que hagan real el derecho a una vida digna y a existir como pueblos de casi la mitad de la humanidad y simultáneamente permitan asegurar mejores sistemas alimentarios”.

El fenómeno mundial de la concentración de la propiedad de la tierra en pocas y poderosas manos avanza desplazando a los pequeños agricultores, campesinos y pueblos originarios. Todo con la justificación de que la producción masiva de alimentos en manos de las mega corporaciones propiedad de las élites, es la ÚNICA solución al hambre en el mundo (lo cual es, al menos discutible, a la luz de la realidad de los pueblos).

En Latinoamérica el panorama tiene sus particularidades. Porque esta región del mundo,  ocupada desde siempre en la producción primaria de alimentos, con muchos campesinos, pequeños agricultores y pastores, que mayoritaria e históricamente no han sido nunca dueños de las tierras que trabajan, la concentración de las tierras viene aun desde las épocas de la conquista, la cual se ha hecho militarmente por españoles, pero económicamente por el mundo anglosajón. Desde los tiempos en que se premiaba a los conquistadores con porciones más que generosas de las tierras que conquistaban, que los cercos se han ido extendiendo alrededor de millones de hectáreas en las manos de un solo terrateniente cada vez. Baste como ejemplo el siguiente: No ha sido menor el papel de los Martínez de Hoz en la historia económica argentina. Desde los albores de la nación, esta familia estuvo vinculada al poder económico agro-ganadero que gravitó sobre el poder político. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 participaron 225 personas; 146 lo hicieron en contra del Virrey Cisneros, y 79 se pronunciaron a su favor y contra los patriotas. Entre estos últimos estaba el esclavista de gran fortuna José de María Martínez de Hoz. A fines del siglo XIX, recuerda también Luis Bruschtein, la Sociedad Rural financió la llamada Campaña del Desierto lanzada por el general Julio Argentino Roca para exterminar a los pueblos originarios y expropiarles sus tierras. El presidente de la Sociedad Rural era otro Martínez de Hoz, bisabuelo del actual, y por esa ayuda Roca le regaló 2.500.000 hectáreas en la Patagonia (“El lugar perverso”. Luis Bruschtein. Página 12, 05/05/2010).

Anécdotas como esa se repitieron durante la historia latinoamericana, con diferentes matices pero con las mismas consecuencias, hasta llegar a los tiempos modernos y actuales, cuando se puede decir que nada nuevo hay bajo el sol, salvo que las cosas se agravan para los campesinos y pequeños agricultores, porque hoy, las mismas selectas familias dueñas de la tierra, aggiornadas y modernizadas, han establecido alianzas con sus iguales del primer mundo, danzando la música de la súper concentración económica y financiera mundial al compás del pool de siembra, los feedlots ganaderos y avícolas y la megaminería, todo lo cual  viene poniendo lentamente la lápida a la economía autosustentable de los campesinos.

De este modo nos anoticiamos en el mencionado Informe GRAIN, que… el acceso a la tierra de los pueblos rurales está siendo atacado. Desde Honduras a Kenia y desde Palestina a Filipinas, los pueblos han sido desalojados de sus campos y poblados. Aquéllos que resisten están siendo encarcelados o asesinados. Luchas agrarias masivas en Colombia, protestas de líderes comunitarios en Madagascar, marchas nacionales de gente sin tierra en India, ocupaciones en Andalucía – la lista de acciones y luchas suma y sigue. En resumen, la tierra se está concentrando cada vez más en manos de los ricos y poderosos, no en la de campesinos e indígenas.

Si nos enfocamos en la pérdida de fincas y concentración de las tierras en América latina, observamos que: 

▪ Argentina perdió más de un tercio de sus fincas en las dos décadas comprendidas entre 1988 y 2008; sólo entre los años 2002 y 2008 la disminución fue de un 18%.

▪ En la década comprendida entre 1997 y 2007, Chile perdió el 15% de todas sus fincas. Las fincas de mayor tamaño, con propiedades de más de 2 mil hectáreas, se incrementaron 30% en número pero, duplicaron su tamaño promedio desde 7mil a 14 mil hectáreas por finca.

▪ En Colombia, los pequeños agricultores han perdido alrededor de la mitad de sus tierras, a partir de 1980.

▪ En Uruguay, sólo desde 2000, el número de fincas cayó un 20% afectando, especialmente, a las fincas pequeñas, las que disminuyeron su número en 30% y perdieron un 20% de la tierra. 

El Informe GRAIN demuestra que la productividad de las pequeñas fincas es mayor que las de los establecimientos grandes, en lo que se denomina la paradoja de la productividad, lo que viene a probar la importancia de revertir este proceso, a todas luces dañino entre otras cosas porque son los pequeños campesinos y agricultores los que generan la comida necesaria para la población mundial, ya que las mega empresas dedican su esfuerzo en muchos casos (demasiados) a los cultivos industriales que no tienen nada que ver con la alimentación humana (por ejemplo biocombustibles) y mucho que ver con la rentabilidad alta y el bajo costo (para alcanzarlo evitan el costo de la mano de obra, o sea menos trabajadores). 

Es de esperar que los gobiernos asuman el costo político que sea necesario para impulsar una real reforma agraria y la redistribución de las tierras entre los pequeños campesinos, reconociendo a las mismas como un derecho básico humano y no como una mercancía más, sino muchos pueblos irán progresivamente sufriendo hambrunas y consecuencias sociales difíciles de revertir para toda la humanidad.

Hemeroteca