Su engaño se sostiene de un bastón
que ha paseado por el vaticano,
su mentira despierta la razón
de un pueblo que se duerme soberano.
Id poniendo garbanzos a remojo,
no abdicará ni con agua caliente,
la república, en la cera de enfrente,
cruzará cuando quemen los rastrojos.
Esa cadera recién operada
-culpa de republicanos traspiés-
aguanta las continuas cabalgadas
de vedets y negritas de Botsuana.
En la Zarzuela, bonito chalet,
ponen cerraduras en las ventanas.