Mi abuelo, como el vuestro, fue inmigrante,
marchó, analfabeto, con un futuro,
como las fotos del recuerdo, oscuro;
una mano detrás, otra delante.
Este país tan mediocre y penoso,
tan desmemoriado como la infanta
y con este gobierno tan tramposo
que no guarda ases en la manga, espanta
a la generación más preparada.
Los mejores cerebros durante años
se reparten por el mundo en manada,
con un billete de ida sin venida,
buscando recompensa al desengaño
de estas fronteras desagradecidas.
Suerte, compañero.