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Los largos tentáculos de las corporaciones multinacionales

Mercedes Sosa / Corresponsal Latinoamérica de El Revolucionario Digital  |  26 de agosto de 2014 (01:29 h.)
Los largos tentáculos de las corporaciones multinacionales

Según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que, de seguir la tendencia actual, al 2020 habrá aproximadamente 2 mil 300 millones de adultos con sobrepeso y más de 700 millones con obesidad. 

Seis de los países con mayor obesidad en el mundo, entre la población mayor de 15 años, serán latinoamericanos: Venezuela, Guatemala, Uruguay, Costa Rica, República Dominicana y México. De estos, Venezuela será el tercer país con más gente obesa en el mundo y Chile será el país con más personas con sobrepeso en la región y en el segundo del mundo.

¿Por qué? Nos explica el académico de la Universidad Católica Boliviana San Pablo (Bolivia), Carmelo Ruiz Luengo "Las tasas de obesidad han aumentado considerablemente desde 1980 cuando comenzó a extenderse el consumo de comida rápida en América Latina. Además, el mayor acceso a la comida con altos niveles de grasas saturadas y el incremento de la urbanización que supone estilos de vida más sedentarios, han provocado la explosión del aumento del sobrepeso en la región".

En el marco de un maquiavélico juego de los poderes corporativos mundiales, en este caso los de la alimentación, llegamos hoy a que las causas históricas de mortalidad de la región, esto es el hambre y la desnutrición de las masas de ciudadanos sin acceso a lo mínimo para su subsistencia, hayan sido reemplazadas hoy por la obesidad y el sobrepeso. Claro la dieta actual que alejó al fantasma del hambre se basa en los alimentos procesados provenientes de la industria agro alimentaria, ricos en grasas, calorías, sodio e infinidad de aditivos artificiales tales como emulsionantes, clarificantes, resaltadores de sabor, acidulantes, colorantes y muchos más ”antes” que sabe dios lo que contienen. Las góndolas están pletóricas de atractivos envoltorios de colores, metalizados, con promociones que prometen al consumidor un paraíso de sabores y de nutrientes….pero no todo lo que brilla es oro. Así pues los niños consumen postres de chocolate que lo que menos tienen es ingredientes naturales porque en realidad el verdadero chocolate es tan costoso, que lo que contiene en verdad el pequeño pote es un menjunje muy cremoso (cuyo ingrediente principal es, tal vez, la económica soja transgénica, comodín que puede pasar normalmente por aceites, leche, carne, granos y todo lo que se le ocurra) con sabor a chocolate. Mientras tanto, si nos acercamos a las góndolas de las frutas y de las verduras, notamos altos precios quizás porque son reales alimentos (aun). Es sólo un ejemplo de la disneylandia alimentaria promovida, cuando no, por las mega corporaciones que, contadas con los dedos de dos manos, acaparan el enorme negocio de los alimentos (si es que se puede llamar alimentos a gran porcentaje de lo que ofrecen).

Aquí algunos datos para tener una idea de lo que se trata (Monsanto, Bayer y Novartis-Syngenta):

  • Controlan prácticamente el origen de todas las semillas que se siembran en el mundo, transgénicas o no, materia primera de toda la alimentación basura (incluida la de los animales).
  • Controlan los insecticidas, herbicidas y fungicidas con los que se intoxican las producciones agrarias que luego consumimos.
  • Controlan los aditivos químicos alimentarios causantes de cientos de enfermedades y dependencias.
  • Y controlan los medicamentos pensados para cronificar la enfermedad en vez de curarla, porque curar no es negocio.

¿Y cuáles son las consecuencias de ese control? 

Leamos, como siempre  a los que saben. En este caso a Carlo Petrini, una autoridad mundial en temas de alimentación y desarrollo de la agricultura tradicional (En 2013 le ofrecieron el Ministerio de Agricultura en Italia). Este italiano de 63 años profesa el comer como un derecho, se opone a la globalización del gusto y apoya a los pequeños productores agrícolas. Nos dice, sacada la información de una conferencia en Bogotá sobre cómo la industria alimentaria mundial es una “industria criminal”:

“Gastronomía es una ciencia compleja y multidisciplinaria que la academia se negó a aceptar durante años. Es holística y cuando hablamos de ella, hablamos de todo lo humano cuando se trata de comer. Es física, química, biología, genética, agricultura, historia, antropología, sociología, identidad cultural y aunque no lo crean economía política”.

“…..quien domina el vientre tiene el poder, las guerras siempre han sido por conquistar tierras y apropiarse de lo que éstas producen…”

“…cuando la industria tenga el control total sobre la producción ya no existirá el campesino, ni el agricultor…”

“Es una mentira que los alimentos ya no contienen suficientes nutrientes y lo que hace el mercado en el caso de la leche, por ejemplo, es cobrarle más al consumidor por un litro con más vitaminas, más por una leche sin lactosa, mientras que los productores siguen recibiendo el mismo dinero inicial.”

“Desde 1900 hasta hoy, la humanidad ha perdido el 75 por ciento de su diversidad y la industria de alimentos solo privilegia las especies más fuertes. Petrini recuerda que cuando hubo una plaga que acabó con la especie de papa que se daba en Irlanda, se logró rescatar este alimento porque se utilizaron otras especies, pero si se descuida la diversidad y solo se fortalece la más fuerte, ya no habrá salvación.”

“Actualmente se producen alimentos para 12.000 millones de personas cuando la población es de 7.000 millones. Hay un excedente de 5.000 millones pero 1.000 millones de personas no comen y entre el 45 y 50 por ciento de la producción de alimentos se va a la basura.”

“… si una zanahoria no se ve simétrica, entonces no se compra, esa es una lógica nazi fascista. Con la comida pasa como con las personas, solo pasan los bonitos”.

“… ahora la población gasta más en adelgazar que en comer”, “mientras más se ahorre en comida, consumiendo hidropónicos y transgénicos, más se gastará en servicios sanitarios y de salud”.

El ciudadano de a pie está tan indefenso y prisionero de ese sistema tan amigable en la superficie, esto es, el super que le facilita la vida a uno/a que ni cuenta se da de cosillas como éstas, que los consumidores sufren en España, en el caso del ejemplo, pero que bien podría aplicarse a cualquiera de los países donde los largos tentáculos de las corporaciones de los alimentos llegan para apropiarse de la soberanía alimentaria de los pueblos:

- Productos envasados y enlatados. Es quizás el más clásico de los engaños. La envasadora es española y la marca es de las de toda la vida, pero el producto de su interior está producido en China o Perú. El caso más típico es el de los espárragos, un producto típico de la región de Navarra que las empresas compran en el extranjero y los venden y distribuyen bajo su marca como si fueran de aquí. Se ha dado algún caso incluso que dicha distribución se ha hecho bajo marca de D.O.

- La carne de buey. En las grandes cadenas de supermercados se utiliza la denominación de "carne de buey" para vender carne de vaca lechera a la que han cebado durante una temporada. La producción de la carne de buey es demasiado cara para ser producida y normalmente la sustituyen por otra, a veces incluso añadiendo colorante alimentario de color rojo. Lo mismo pasa con el famoso buey "kobe", tan popular actualmente, de origen japonés y famosa por la alta calidad de su carne. En más del 80% de los casos la carne que venden como tal no es auténtica.

- El aceite de oliva. Quizás el producto estrella de nuestra gastronomía, tan en auge hoy en día y que tantos beneficios otorga para nuestra salud en combinación con una dieta saludable y mediterránea es también uno de los productos más "saboteados" del mercado. Muchos de los etiquetados como Virgen Extra se quedan en un simple "virgen", y muchos de ellos (para satisfacer la demanda del mercado global) se mezclan con aceites que provienen de Marruecos, deteriorando la calidad de éstos por la poca salubridad con la que tratan este producto en el país vecino.

- El azúcar moreno. El éxito de los productos ecológicos y de las dietas equilibradas ha traído al mercado los azúcares morenos e integrales. Hay que tener cuidado con estos productos, sobre todo los de grandes marcas que se venden en los supermercados, muchas veces es azúcar blanquilla teñidos con melaza para darles ese aspecto marronoso integral. Compra estos productos en tiendas especializadas en productos ecológicos y saludables.

La etiqueta "Eco" no es ecológica. Muchos son los fabricantes que aprovechan el tirón de los productos ecológicos para etiquetar a sus productos con la marca "Eco", o forman parte de la marca del producto o directamente los tildan de "eco" o "bio" (tambén muy utilizada), normalmente son un fraude. Los productos que son ecológicos o biológicos vienen etiquetados con su certificado correspondiente. Busca en las etiquetas pruebas fehacientes de que los productos que vas a adquirir son realmente los que quieres adquirir.

Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos de fraudes que existen en el mercado, y como las multas no suelen superar al margen de beneficios las empresas ya juegan con dichos márgenes para hacernos creer lo que no es. ¿Y cómo lo hacen? sencillo, de muchas maneras, de hecho podemos clasificar los tipos de fraude en:

  • Fraudes por cantidad (donde el peso, volumen o cantidad no se corresponde con el etiquetado)
  • Fraudes contra la calidad de los productos (el que varía las características sensoriales, nutricionales o sanitarias de un alimento)
  • Fraudes contra el estado de los alimentos (los que no respetan fechas de caducidad, estados de maduración no óptimos en el caso de frutas, etc.)
  • Fraudes contra la pureza (donde no se indican los aditivos utilizados, pesticidas, etc todos ellos no autorizados)
  • Fraudes contra la identidad (aquí es donde se producen la mayor parte de engaños, vendiéndonos productos diciendo que son de "x" producto cuando en realidad son de otro origen. El caso más actual ha sido el de la carne de caballo vendida como carne de ternera. Y en la industria pesquera, por ejemplo, es donde más se utiliza este recurso, haciendo pasar por un tipo de pescado otro que no o es y tiene menor coste, vendiéndolo al coste del que es más caro, claro).    

Dígame la verdad, ¿no le corre un escalofrío por la espalda?  

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